La adicción al juego, conocida comúnmente como ludopatía, es un problema que afecta a un gran número de personas en nuestro país.  Sin embargo, no sabemos muy bien a lo que nos referimos cuando hablamos de ludopatía, confundiendo términos como vicio o enfermedad.

        La ludopatía es una enfermedad porque es un  trastorno adictivo y, como tal, no debe confundirse con un vicio. Aún así, muchas personas consideran que la adicción al juego o ludopatía es un vicio y, por ello, se les hace muy difícil poder comprender por qué su pareja o familiar continúa jugando pese a  los graves problemas que ello conlleva en diferentes áreas (económica, de pareja, familiar, laboral o académica, etc.)

        La ludopatía no es un vicio sino una enfermedad o  problema psicológico. Vicio sería aquella conducta que hace una persona y que si quisiera, dejaría de hacerla sin ningún tipo de ayuda,  pero si no lo hace es porque  no quiere abandonar ese hábito.  La ludopatía es un problema psicológico porque es una adicción. Si bien es verdad, que nadie obligó a las personas con ludopatía a hacer sus primeras apuestas, cuando entran en la espiral del juego y se convierte en una adicción, la persona no puede resistir el impulso a jugar y necesita ayuda de profesionales especializados para poder abandonar su conducta de juego.

La ludopatía o adicción al juego es un trastorno adictivo en el que la persona que la padece siente la necesidad de dedicar más tiempo y dinero al juego (fenómeno de tolerancia), sintiéndose nerviosa o irritable cuando intenta reducir o detener el juego y apuesta cuando se siente desasosegada («mono» o síndrome de abstinencia).  Cuando una persona tiene ludopatía miente y oculta su grado de implicación en el juego a la familia y amigos,  pese a que puede poner en peligro alguna relación importante, empleo o carrera académica por motivos de juego. En este sentido, la persona con ludopatía se aferra a que los demás sean los que le ayuden a pagar sus deudas o resolver otras dificultades económicas y, pese a las pérdidas, continúa jugando para intentar ganar. Aún en el caso de que haya hecho algún intento para dejar de jugar, ha sido infructuoso.

Por tanto, es importante diferenciar aquellas conductas que una persona realiza y que si quisiera podría dejar por si mismos (vicio) de la enfermedad o problema psicológico porque la persona es incapaz de resistir su impulso a jugar pese a que se haya planteado dejar de jugar o apostar. Pensemos en cómo filtramos la información de forma distinta si una persona con problemas de alcohol, la percibimos como un un borracho (vicioso) o como  un alcohólico (enfermo o adicto que necesita ayuda) terapéutica). De acuerdo con este concepto, las personas que padecen ludopatía no son viciosas, sino que tienen un problema adictivo que les impide abandonar el juego y necesitan ayuda  especializada para controlar el impulso a jugar.

Es fundamental que las personas con ludopatía no se sientan avergonzadas y oculten su problema.  De igual, forma, es importante que las familias reciban apoyo y asesoramiento psicológicos para entender qué es la ludopatía y poder apoyar de forma eficaz a su pareja, padre, hermano…con ludopatía.

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